Antes "indignados", ahora "concienciados".

Este es un blog para estar informado, para analizar, para discernir, para comprender, par ver más allá de lo evidente, para tomar conciencia de cómo funciona la sociedad, quién la dirige, y cual es nuestro papel, lo cual nos permitirá avanzar en el camino hacia un mundo nuevo. Sin consignas, sin apasionamientos, sin indignación; con criterio, con sentido común, con firmeza, con honestidad.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Qué está pasando en Europa?. Claves históricas - I

Las decisiones que mayoritariamente adoptaron ayer nuestros jefes de estado en la Cumbre Europea tienen una gran transcendencia para el futuro político de Europa, eso salta a la vista, pero tienen, a la vez, muchos aspectos para ser analizados y presentan muchos ángulos y perspectivas, a veces contradictorias, para su debida comprensión. Dependiendo qué aspectos se escojan y analicen y qué aspectos se olviden o silencien, la gente corriente, el pueblo soberano, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación en manos del poder, llegarán sin duda a las conclusiones “adecuadas”.

Está claro que en nuestro esquema de procedimiento de sometimiento social: PROBLEMA – REACCIÓN – SOLUCIÓN, al “problema” de esta crisis nómada que empezó con las hipotecas, continuó con los bancos, alcanzó a los gobiernos y acabó instalándose en su objetivo final desde un principio, los ciudadanos, le siguió la “reacción” del miedo; miedo al futuro, miedo al hundimiento del sistema financiero, miedo a la salida del Euro, miedo a la recesión, miedo, miedo, angustia y sufrimiento, cuadro negro de futuro bien aderezado de nuevo por los medios de comunicación, y ahora llega la tan ansiada fase de la “solución” que nos proponen de nuevo las élites financieras con la inestimable ayuda de sus peones de turno al frente de los Gobiernos. El momento del miedo y de la angustia ha llegado a su final, ahora llega el momento de ilusionarnos con la solución que nos proponen, y de que, hartos de la incertidumbre algunos y del puro sufrimiento otros, aceptemos a pies juntillas lo que nos ofrezcan, sin profundizar lo más mínimo en sus peligros ocultos, deseosos ya de ver la luz al final del túnel.  Así ha sido, así es y así será, mientras lo sigamos consintiendo.

Pero para hincar el diente de la comprensión en este complejo y duro melón europeo, hay que tener muy presentes, como punto de partida, algunos fundamentos históricos básicos que están pesando fuertemente en este contexto, y que vamos a desgranar en éste escrito y los siguientes:

1.- La razón de la construcción de la Unión Europea:

Una de las razones que subyacen en la idea de la construcción de la UE es evitar para el futuro el enfrentamiento endémico entre sus dos gallos de pelea; Francia y Alemania.

En efecto, en menos de 100 años, estos países se han enfrentado dura y abiertamente tres veces; 1) en la guerra franco prusiana, 1870-71, que trajo como consecuencia la reunificación de Alemania en torno de Prusia, la derrota de Francia y la incorporación a Alemania de las regiones de Alsacia y Lorena, 2) en la Iª guerra mundial que supuso la derrota y humillación de Alemania, la pérdida de Alsacia y Lorena, el cese de sus ambiciones imperialistas y el ascenso del nacionalsocialismo, 3) la IIª guerra mundial cuyas causas y efectos todos conocemos sobradamente.

En cada una de estas guerras, inicialmente solo entre Francia y Alemania, se vieron involucrados todos los demás países siempre de la misma manera; Francia se aliaba con Inglaterra y Rusia, y Alemania se aliaba con Austria-Hungría e Italia: la Triple Entente y la Triple Alianza, respectivamente.

Asimismo, cada guerra entre ambas potencias europeas superó a la anterior en consecuencias nefastas: mayor capacidad de destrucción, en función del desarrollo de la capacidad destructora armamentística; mayor número de países y área terrestre alcanzada por la guerra, con su exponencial secuela de destrucción tanto en intensidad como en territorio, y mayores consecuencias negativas de post guerra, retraso industrial, guerra fría, etc.

Evitar una nueva confrontación entre estos dos soberbios y agresivos gallos de pelea se convirtió en una cuestión vital, de pura supervivencia para Europa, después de la destrucción sin precedentes que supuso la IIª Guerra Mundial, de la disponibilidad tecnológica del arma definitiva, la bomba atómica, y de la amenaza del comunismo rampante, presente al otro lado de la acera europea.

El primer paso para esta implementar esta necesidad vital fue la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), fundada en 1951 por impulso francés, como una forma de unión de los principales países centroeuropeos (Francia, Alemania, Italia y el Benelux) aunque solo fuera en torno a la creación de un mercado común del carbón y del acero, necesario para la reconstrucción industrial europea; las dos culturas contendientes e imperantes en Europa, unidas por primera vez, en torno a un objeto económico.

La CECA fue la precursora de la Comunidad Económica Europea (CEE), constituida por los mismos países, que tomó forma mediante el Tratado de Roma en 1957, con el objetivo de ampliar el mercado común del carbón y del acero a todos los productos comerciales de los países integrantes. En otro sentido, a la CEE se le denominó “la Europa de los mercaderes”. De nuevo la economía por delante de la política y de las necesidades de los pueblos.

A la CEE se le fueron sumando países sucesivamente. Ya era la Europa de los 12 cuando el 1º de Enero de 1986 se le sumaron España y Portugal. Hasta que en 1992 el Tratado de Maastrich convirtió a la Comunidad Económica en una especie de Unión política, la Unión Europea, con un objetivo a largo plazo de unión política total.

Todo ello bajo la silenciosa tutela y guía del Grupo Bildelberg y de la Comisión Trilateral, los considerados como verdaderos “gobiernos en la sombra”.

Francia y Alemania, rodeados así de los otros países europeos, disolvían sus antagonismos históricos para centrarse en el desarrollo económico colectivo en paz y frente al enemigo común y comunista. El resultado de 65 años sin enfrentamientos bélicos entre ambas potencias rompe una tradición nefasta y habla por sí solo.

Dejamos aquí esta perspectiva histórica y continuamos mañana con el siguiente asunto: el papel histórico de Inglaterra en Europa.

martes, 6 de diciembre de 2011

33º Aniversario de la Constitución Española. Hora de que se jubile.

Hoy, 6 de Diciembre de 2011, se celebra el 33º aniversario de la Constitución Española. 33, la edad de Cristo, 33, 11+11+11 ¿te suena?. Una bonita cifra, un tercio de siglo de paz en España sin ser impuesta a la fuerza por una dictadura. Es mucho, si comparamos la convulsa historia de esta nación en los dos últimos siglos. Mucho si comparamos que bajo su palio se desarrolló la tan ansiada como desconocida democracia en este país. Desde su creación hubo un consenso entre todas las fuerzas sociales mayoritarias de este país: el respeto absoluto a la Corona y la defensa a ultranza de la Constitución, que hoy cumple 33 años.

Hoy escucharemos al coro mediático entonar uniformes panegíricos acaramelados sobre las bondades de la Constitución Española hasta la elevación a los altares. Las disonancias, si alguna, quedarán para esa “calle” indómita que parieron las aceras primaverales de Madrid.

Sin embargo, esa Constitución hace aguas por todas las esquinas. Requiere una seria revisión de mantenimiento. 33 años son demasiados años en la era de internet y de la fibra óptica. Prácticamente nada sobrevive al tiempo, máxime si es obra de los hombres y más aún si éstos son políticos. Ya es hora de remover los santos de los altares, de romper el monocorde canto de exaltación de los oráculos del sistema hacia la obra que lo sustenta y mantiene, y hacerle un “upgrade” urgente y necesario.

Ahora que hemos aprendido lo que esta democracia da de sí, ahora que se nos han caído los velos de analfabetismo político que nos legó el franquismo, ahora que no tenemos miedo al futuro, es ahora cuando es necesario tomarla de arriba abajo, artículo por artículo, palabra por palabra, hacerla nuestra, porque si no es nuestra, al menos es para nosotros, y desvelar sus escaseces, sus limitaciones, sus incumplimientos, sus trampas políticas.

La primera gran trampa es la Ley Electoral, hecha al modo y medida de las grandes fuerzas políticas de la transición, y que, tal vez entonces (vamos a darle el beneficio de la duda) fuera la mejor solución ante la amenaza siempre presente de la tutela militar tardofranquista. Pero aquello queda ya muy lejos, repito, 33 años son muchos años en estos tiempos, y la sociedad civil que emerge de esta crisis tan reveladora ya no cabe en el traje constitucional que le cortaron los políticos de la transición.

Un hombre, un voto ya no es un lema representativo de la democracia –y no me refiero al marcado carácter machista de la expresión-. 23000 votos en Soria, 1 diputado, el mismo que 132.000 votos en Madrid. Una persona, un voto, un escaño (proporcionalmente hablando me refiero) debe ser la prioridad de reconducción y regeneración del sistema por parte de la “sociedad civil”, ya que la esperanza de que los políticos, por mayoría y consenso, reformen la Constitución es nula. Ese objetivo es claro y prioritario si tenemos que darle la vuelta al sistema.

Cuando escucho que esta Ley Electoral favorece el bipartidismo me da la risa. Esa, dentro de sus escaseces, es casi la mejor de sus virtudes, el bipartidismo. Como ha quedado demostrado en estas últimas elecciones, la ley d’Hont favorece el monopartidismo en cuanto que el otro bando dé síntomas de desmoronamiento. 46% de los votos, 53% de los escaños para el PP.

Mézclese una derecha monolítica, sin corrientes ni disidencias, cerrada en banda y bajo la férula del líder de turno, forma política de ser que llevan en su ADN y que reúne sin excepción todos los votos desde su extremo al centro, con una izquierda plural, multisocial, rica en su diversidad de caminos y enfoques del devenir político, que reparte sus votos en función de las necesarias y variadas formas de pensamiento político, en la coctelera de la Ley d’Hont y obtenemos un gobierno, como el que vamos a estrenar, para los próximos 25 a 30 años. Monopartidismo en estado puro. Ese es el verdadero fruto de la Ley d’Hont que recoge la Ley Electoral definida en la Constitución. Eso sí, no podemos echar las culpas a nadie. Es la grandeza y la miseria, no de la democracia, sino de esta democracia. 

sábado, 3 de diciembre de 2011

La clave de la crisis "Modificación de los tratados de la Unión"

Las últimas palabras de Merkel y Sarkozy de esta semana y las muy recientes intenciones declaradas por la Unión Europea me dieron la clave para comprender que este proceso de crisis de la deuda soberana europea, más conocida como “la crisis”, obedece estrictamente al modelo de procedimiento de introducción de medidas de sometimiento de la sociedad que lleva practicándose hace ya muchos años y que se resume en PROBLEMA-REACCIÓN-SOLUCIÓN.

En efecto, “modificación de los tratados de la Unión” es el punto al que se quería llegar con toda esta operación de crisis ideada en 2005 y desarrollada desde 2008. Modificación es una palabra muy aséptica, demasiado neutra para definir “cesión de soberanía nacional” en las élites del poder financiero y político europeo (debería poder decir, simplemente, en Europa, pero debo decir lo que he dicho).

La comprensión de dicho proceso me lleva a atreverme a vaticinar que, a corto y medio plazo, la disponibilidad de fondos para financiar la deuda soberana nacional aumentará o disminuirá, aflojando o apretando la crisis, en función del interés y la velocidad europeos por modificar los tratados de la Unión, de manera que los diferentes estados cedan la soberanía sobre sus propias economías nacionales a un organismo supranacional europeo creado para tal fin. Un nuevo paso necesario hacia un Estado Europeo, controlado por las élites financieros y los lacayos políticos a su servicio. Un paso tan difícil como trascendente para el objetivo final que no es otro que el “Nuevo Orden Mundial” (NWO-New World Order).  

“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, viejo lema de la Ilustración acuñado en el s. XVIII, que terminó en la Revolución Francesa, casualmente en los mismos años en que se crearon los Iluminati de Baviera, 1º de mayo de 1791. Todo para Europa pero sin la Europa de los pueblos.

Seguiremos desarrollando este tema en próximos artículos.