El gran poeta, filósofo, músico y cantante español del
último cuarto del siglo XX y principios del XXI, Joan Manuel Serrat, fue uno de
los primeros que describió genialmente, como “genio” que es, a “la casta”, esa
clase que gobierna con los votos del pueblo pero sin el pueblo, también los
llamamos “trepas” y de otras muchas maneras, pero su nombre oficial es “políticos”.
La canción se llama “Corren buenos tiempos” y está contenida
en uno de sus últimos álbumes “Sombras de la China”. La letra de la canción
dice:
Corren buenos tiempos:
Corren
buenos tiempos,
buenos tiempos para la bandada
de los que se amoldan a todo
con tal que no les falte de nada.
Tiempos fabulosos,
fabulosos para sacar tajada
de desastres consentidos
y catástrofes provocadas.
Tiempos como nunca
para la chapuza,
el crimen impune
y la caza de brujas.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para equilibristas,
para prestidigitadores
y para sadomasoquistas.
Y silenciosa
la mayoría,
aguantando el chaparrón
al pie de un cañón
de papel maché,
come el pan nuestro
de cada día
con un culo así
contra la pared.
Llorando en el mar
viéndolas venir,
viéndolas pasar,
pasar,
pasar.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para esos caballeros
locos por salvarnos la vida
a costa de cortarnos el cuello.
Tiempos fabulosos,
fabulosos para plañideras,
charlatanes visionarios
y vírgenes milagreras.
Tiempos como nunca
para echarle morro
o sacar coraje
y pedir socorro.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos preferentemente
para los de toda la vida
para los mismos de siempre.
Para los mismos de siempre.
Siempre.
Siempre.
buenos tiempos para la bandada
de los que se amoldan a todo
con tal que no les falte de nada.
Tiempos fabulosos,
fabulosos para sacar tajada
de desastres consentidos
y catástrofes provocadas.
Tiempos como nunca
para la chapuza,
el crimen impune
y la caza de brujas.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para equilibristas,
para prestidigitadores
y para sadomasoquistas.
Y silenciosa
la mayoría,
aguantando el chaparrón
al pie de un cañón
de papel maché,
come el pan nuestro
de cada día
con un culo así
contra la pared.
Llorando en el mar
viéndolas venir,
viéndolas pasar,
pasar,
pasar.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para esos caballeros
locos por salvarnos la vida
a costa de cortarnos el cuello.
Tiempos fabulosos,
fabulosos para plañideras,
charlatanes visionarios
y vírgenes milagreras.
Tiempos como nunca
para echarle morro
o sacar coraje
y pedir socorro.
Corren buenos tiempos,
buenos tiempos preferentemente
para los de toda la vida
para los mismos de siempre.
Para los mismos de siempre.
Siempre.
Siempre.
Vídeos de la canción:
http://www.youtube.com/watch?v=bg3CkN907SYhttp://www.youtube.com/watch?v=Jq3hbupqSE0
Es imperativo acabar
con “los mismos de siempre”. La sociedad civil debe organizarse para definir con
claridad este tipo de comportamientos, identificar a quienes los viven y
practican, arrojarles fuera de toda posición de poder y condenarles al ostracismo
social. Es una mera cuestión de supervivencia. Tenemos que exigir y luchar por la vuelta del gobierno del “justo”, del “sabio”,
de la “buena gente”, del “anciano”.
Una versión más
antigua, pero no menos exacta, lo que viene a demostrar que la casta se
actualiza para mejor perpetuarse, está contenida en la canción de JM. Serrat,
nuestro filósofo social de cabecera, “Algo personal” del álbum “Cada loco con
su tema”
Algo personal
Probablemente en su
pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal. Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal. Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.
Vídeos de la canción:
http://www.youtube.com/watch?v=9ENwVVTUvYo&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=kJzA8m_Sdnw