Antes "indignados", ahora "concienciados".

Este es un blog para estar informado, para analizar, para discernir, para comprender, par ver más allá de lo evidente, para tomar conciencia de cómo funciona la sociedad, quién la dirige, y cual es nuestro papel, lo cual nos permitirá avanzar en el camino hacia un mundo nuevo. Sin consignas, sin apasionamientos, sin indignación; con criterio, con sentido común, con firmeza, con honestidad.

viernes, 31 de octubre de 2014

Teorema de Torrijos: "según son los padres, así son los hijos"

La imputación delictiva de Olegué Pujol, que se añade a la de sus padres y dos de sus hermanos, va despixelando la fotografía de la familia catalana más ilustre desde Fernando el Católico hasta nuestros días. Pero junto a ellos, conectados por el vínculo familiar directo, la manta va destapando a una multitud de empresarios catalanes de todo tipo que amenaza con propagarse como un rápido virus a una parte substancial del empresariado catalán vinculado a CiU (¿hay alguno fuera?), y cuyos confines no se vislumbran aún. Todo ello y lo que sigue dicho bajo el paraguas de una estricta presunción.

No tengo más información que aportar que la que está en los medios, ni tampoco pretendo arremeter contra Catalunya a través de su “ex molt honorable”, pero me gustaría insistir con mi propia voz en un, más que punto débil, auténtico socavón de nuestra sociedad que se resquebraja y ahonda más aún cuando se destapa un escándalo de corrupción de tal calibre.

La corrupción es un auténtico cáncer y un cáncer mata, y no lentamente. Las células enfermas crecen, se reproducen y se alimentan de las células sanas, las invaden y destruyen hasta que el organismo colapsa y muere por devastación. Desgraciadamente es un ejemplo demasiado bueno del impacto de la corrupción política y económica en cualquier organismo social.

Cuando el corrupto “levanta la pasta” de verdad que lo de menos es el esquilmado económico que provoca, lo más importante, sin duda, es que una gran parte de la población pierde la fe y la esperanza en el sistema de valores, en el corpus político, en el futuro del colectivo humano, y entonces se empequeñece, su alma se empobrece y, en mayor o menor medida, se corrompe también, cayendo víctima de una peligrosa enfermedad tan mal conocida y valorada como extendida, el relativismo moral. Cunde entonces el desánimo vital, la negatividad y el pesimismo, se pierde la capacidad de juicio y el interés por progresar y mejorar, se ponen en duda los principales valores que sostienen todo este complejo entramado social, y la puntilla a este proceso de empequeñecimiento y pérdida la da tener que ver y aguantar como el corrupto, lejos de avergonzarse y pedir perdón (no digamos ya de devolver el dinero), se revuelve con furia y ataca con una descarada soberbia, con mentiras reiteradas, con negaciones que ofenden a la inteligencia, con justificaciones imposibles y se retira del estrado del parlamento autonómico irritado e internamente cargado de “sus” razones, a seguir contando y recalculando en sus escondrijos fiscales el fruto de una rapiña de la que se cree merecedor y que nunca se podrá gastar porque no es posible.

Lo malo es que el cáncer se extiende y se propaga, y la herencia del abuelo Florensi, al que nadie ha investigado aún, es un tronco que da muchas y torcidas ramas de una especie venenosa, gracias a una cuidada educación burguesa y conservadora, arropada por una bandera a la que humillan y ofenden.

Pero lo malo del Tsunami de la corrupción en este país, es que tras una gran ola rugiente llega otra, puntual e indefectible, y, las más de las veces, más estruendosa que la anterior, que hacen que la vida de estas reflexiones sea tan efímera como el mismísimo erario público.

Ya lo dicen los ancianos sabios de Torrijos (localidad de la provincia de Toledo): “según son los padres así son los hijos”.

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