El “crimen financiero organizado” desde su guarida de la “city”
londinense, vive el mejor de los mundos posible con respecto a España. ¿Para
qué van a tener confianza en la economía española si con ello pierden tasa de
interés y, por tanto, beneficios?. ¿Por qué van a confiar si con ello pierden
dinero?. El mejor de los mundos posible, repito.
Vistos desde fuera, los esfuerzos del gobierno español por
ganar la confianza de los mercados son patéticos, porque el verdadero negocio de
éstos es mantener al ultranza la desconfianza, tenga ésta o no base real. Nuestro
políticos se arrastran ante la gran banca presentando como logros los hachazos
presupuestarios a su propio cuerpo social, la autolesión de su ciudadanía, y cualquier comentario
gracioso en los periódicos financieros, sicarios de este “crimen organizado”, cualquier
declaración destemplada de los burócratas lacayos de la gran banca convierte en
papel mojado el sufrimiento de miles de ciudadanos anónimos y en absoluto
culpables de nada.
Deberíamos plantar cara. España no gusta en Europa, nunca ha
gustado y nunca gustará, por muchas declaraciones institucionales de unidad que
se hagan. Somos, los unos para los otros, razas distintas, genéticas distintas, y en las
memorias históricas europeas, aunque cueste creerlo, todavía persisten los
miedos atávicos a los tercios, al poder del imperio. De ahí este denodado
esfuerzo de ingleses y alemanes, a veces juntos, a veces por separado, por
aplastarnos una cabeza que empezaba a levantarse de nuevo en busca de un
destino propio, pero esta vez sin armas, ya que no son necesarias cuando se
maneja y controla el gran capital financiero, simplemente, hundiendo el tejido
empresarial español con la negación del crédito, absorbiendo el excedente productivo
de los próximos 25 años vía intereses de la deuda, y abriendo la brecha
tecnológica y productiva de manera que quedemos para siempre en los furgones de
cola del primer mundo. Todo ello con la inestimable colaboración de nuestra
gran banca, que es banca antes que española, y de La Casta corrupta, egoísta e
indeseable a la que votamos una y otra vez como ovejas estúpidas (y que me
perdonen las ovejas).
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